El Voto a San Miguel
Una tradición que perdura ininterrumpidamente desde hace 600 años.
“Tal y como se juró en 1421, comprometiendo a las generaciones venideras, Tauste ha seguido guardando el voto de San Miguel ininterrumpidamente desde entonces porque ha interpretado correctamente lo hecho por los taustanos de 1421; un voto perpetuo en el futuro, y ha respetado la promesa que sus antepasados hicieron de forma solemne, reunidos en concejo. Es prodigioso que, en tantos años y con tantos cambios transcurridos, Tauste haya conseguido ver el camino que le unía a su concejo medieval, y tener claro que su memoria y su pasado común, como agrupación de gentes, es más importante que nada”.
Torreblanca Gaspar, Mª Jesús.
En Mayo de 1421, en Tauste, una plaga de langosta se abate sobre el municipio, una plaga que amenaza con devorar las cosechas y comprometer la supervivencia de la comunidad. Indefensos ante este suceso, los taustanos no ven otro remedio que recurrir a la divinidad, pues se hallan enfrentados a un problema que supera todos sus recursos.
Por ello, el cese de la plaga en unas fechas coincidentes con la festividad de San Miguel, -uno de los patronos de la villa-, les hace pensar que su ruego ha sido escuchado y, para saldar la deuda con el arcángel y corresponder a su favor, preparan un voto de agradecimiento y de fidelidad al capitán de los ejércitos celestes.
La deuda contraída con San Miguel es de carácter comunal, por lo que es firmada por todo Tauste, a través de sus representantes, y se entiende que compromete a todos y cada uno de los habitantes del municipio. No se trata de la iniciativa piadosa de unos pocos (una parroquia, una cofradía, un gremio…), sino de un acto solemne de toda la villa. Y el hecho de que sea a perpetuidad se toma muy en serio. De hecho, la fuerza de este compromiso es lo que ha hecho que hoy en día lo podamos contemplar, y de que dispongamos de una copia documental, en la que se relata todo lo concerniente a él.
El documento con el relato del voto de San Miguel ha llegado a nuestros días a través de una copia notarial en pergamino, conservada en la iglesia parroquial de Santa María, precisamente, el lugar en el que fue gestado. El papel del notario que lo redactó no sólo se limitó a dar fe del contenido de la reunión del concejo, sino que también dio fe de la corrección de los trámites, preocupándose de que el pregonero anunciase públicamente el acto, requiriendo testigos y tomando él mismo juramento a los asistentes.
En realidad, actuó como secretario de la corporación. Este notario, que desempeñó un papel tan principal y que redactó el texto original y primigenio, se llamaba Arnalt d’Estaus, y tomó las notas para ello en la propia iglesia de Santa María, el día ocho de Mayo de 1421, mientras tenía lugar la reunión del concejo.
Después, una vez en su casa y, valiéndose de ese borrador, elaboró un documento extenso, en pergamino, bien redactado, bien caligrafiado, validado con su sello y con los nombres de los testigos y asistentes, el cual entregaría a la parroquia de Santa María.
Gracias a las notas de Arnalt y a la copia de Johan, podemos asomarnos a la iglesia de Santa María de Tauste y ver lo que allí pasó el día 8 de Mayo de 1421.
En fechas previas a tan importante reunión en el recinto sagrado, se había convocado la sesión según el procedimiento habitual. Tras acordar la fecha, tema, lugar y hora del encuentro, Pedro de Luna lo publicó, voceándolo, por orden de los jurados, por los lugares acostumbrados de Tauste.
Éstos eran, probablemente, una serie de puntos fijos en donde los pregoneros recitaban sus noticias para enterar a todo el vecindario y que, aún hoy, en algunas localidades, están señalados con un dibujo (trompetilla) o una marca alusiva. El lugar exacto de la reunión lo desconocemos, pues por ser el habitual, no se especifica.
Representación del Voto a San Miguel en la iglesia de Sta. María
El documento lo sitúa “dentro en la iglesia principal de la dicha villa, debaxo la invocación de Senyora Sancta Maria, do otras muchas et diversas vegadas se costunbran plegar e ajustar, pora tales e senblantes actos fazer e concordar”. Puede tratarse del altar de Santa María, puesto que, como se nos dice más adelante, es ahí donde se desarrolla la escena de contrición colectiva. En cualquier caso, es, simplemente, el lugar en el que siempre se reúne el consistorio taustano para decidir sus acuerdos.
Merced al texto copiado por el notario podemos contemplar a los que participan en la reunión de las fuerzas vivas de la villa. Por un lado, está el brazo eclesiástico: el vicario y los clérigos de Santa María (administradores del local en el que se celebra la sesión), junto con el vicario de la iglesia de San Miguel (el Arcángel autor del prodigio, a los pies de cuya torre se reúnen los ganaderos). Por otro lado, el poder civil o gobierno municipal: el justicia de la villa, los jurados y el concejo. Es decir, la corporación y parte de los vecinos, todos reunidos, como si se tratase de uno de nuestros modernos plenos.
Si seguimos mirando, observaremos cómo, una vez se han reunido todos los participantes, un miembro del concejo comienza la narración del suceso, la cual transcribe el notario en estilo directo, como si hubiese grabado y reproducido las palabras del narrador: “Senyores muy magni ficos, creo que teneys en memoria, e bien se vos debe recordar…”.
Sigue el relato de la plaga, sus efectos y su final, que se pueden resumir en algo en lo que todos están de acuerdo: los pecados de la comunidad han provocado un castigo divino terrible, en forma de plaga de langosta, que les ha devorado las cosechas “los frutos” y, especialmente, los cereales “los panes que sirven de sustento para la pobre y lazrada vida”.
En primer lugar, en la narración se contempla el desastre que la plaga ha causado en los cultivos, en los frutales, en los huertos… y en los panes. El cereal, en cualquiera de sus formas, -y el pan es la más usual-, es la base de la alimentación del común de las gentes. Su falta significa hambre con seguridad.
En segundo lugar, se menciona el origen de la plaga y su posible solución. Sin vacilación, dan por sentado que su germen se halla en los pecados de los habitantes de la villa, que han atraído la venganza del Todopoderoso, el cual les han mandado un castigo que excede sus fuerzas, quizás para reforzar el carácter sobrenatural de la desgracia. A buen seguro, se ha hecho un examen de conciencia general previo, para intentar averiguar en qué se ha ofendido a Dios y ver si es posible repararlo.
Pero no sólo apelan a la ayuda de Dios, y no sólo directamente a él, sino que buscan la intercesión de la Virgen, –titular de la iglesia en la que se reúne el concejo-, de los santos en general y, especialmente, del arcángel San Miguel –patrón de la villa-, que les parecen los abogados más convenientes para su propósito.
Afortunadamente, el notario sigue transcribiendo lo que uno de los regidores municipales relata acerca de la plaga de la langosta, y así nos es dado oir, casi como si estuviésemos presentes, cómo interpretaron los taustanos lo sucedido: “por nuestros delictos et peccados…nos enbio açot e terrible plaga del cielo…es, a saber, la langosta”.
Pero es que, además, esa plaga puede llegar a representar el fin de Tauste, la desaparición de la comunidad. La villa vive de su ganado (pastos) y de los cereales, base de la alimentación. La economía del común de las gentes, en general, no permite muchos ahorros. Se vive con la vista puesta en la próxima cosecha, se reaprovechan los objetos, se reutilizan hasta la extinción, y el préstamo de consumo es altamente frecuente.
Como puede verse, el supuesto castigo divino no puede tener peor cariz. Pero la propia Biblia da la solución para repararlo. En el caso de los egipcios, bastaba con obedecer a Jehová, con acceder a su voluntad, con someterse a Él. En el caso del Apocalipsis hay, además, un personaje que vence en una batalla aérea al dragón (Satanás) y a sus ángeles, precipitándolos de nuevo al abismo: San Miguel, el arcángel capitán de los ejércitos celestes, cuyo nombre significa: “quien como Dios”.
La relación entre San Miguel y la langosta viene determinada, sobre todo, por la zona en la que ambos actúan. Cuando el Arcángel batalló contra los demonios rebeldes al poder divino, los aherrojó y los desterró a las capas inferiores del aire, entre el cielo y la tierra. No pueden subir al cielo y no pueden vivir en la tierra, pero dentro de esa franja aérea sí pueden revolotear en torno a los humanos, como insectos, siendo comparados a moscas, puesto que, como ellas, son innumerables, andan en bandadas y llenan el aire. La similitud con la langosta es acusada, y remite al Arcángel una vez más como el brazo ejecutor de la plaga.
Él es, además, uno de los patronos de la villa de Tauste, tiene una iglesia dedicada, considerada como una capilla de la de Santa María y, por si fuera poco, la fiesta de su Aparición en el monte Gárgano, en el reino de Nápoles, coincide con la fecha en la que la langosta desapareció.
De hecho, el relato del miembro del concejo que estamos siguiendo, muestra el razonamiento de la comunidad: “mediant la intercesión de la gloriosa Virgen Sancta Maria, bienaventurada madre Suya, e de los otros sanctos et sanctas del consistorio celestial, et en special de senyor Sant Miguel Arcángel…et aveys visto como hoy, dia suyo cuya esta de su aparicion celebramos… Dios glorioso… aviendo piadat de nosotros… mediant la intercesión sobredicha”.
Además de todo ello, quizás pueda añadirse a la popularidad del Arcángel en Tauste el que, de los nombres de taustanos que aparecen en el documento, una buena proporción lleven el nombre de Miguel: tres de los siete jurados y cinco de los veintiún vecinos. Ese nombre ocupa el segundo lugar en popularidad, tras el común Juan .
Y ahora, tras la descripción de la plaga, escuchamos al miembro del concejo anunciar la idea que está en la mente de todos.
Gracias a la misericordia de este Dios justiciero, pero compasivo con su pueblo, la plaga ha remitido. Por ello, los jurados, los regidores de la villa, reunidos en representación de los vecinos, que hasta ahora no han hablado, por boca de su representante, hacen una propuesta al resto del concejo: “si ha vosotros placiera, seria de parecer que, solepnement, votasemos de celebrar et fazer en cada un anyo” una procesión para dar gracias a Dios, “dando lohores”, “por el bene cio tan innumerable”.
En este momento surge la idea de hacer algo para demostrar el agradecimiento: una procesión anual y perpetua, que se realice en el futuro, siempre, en la fecha en la que Dios detuvo su mano vengadora enviando a San Miguel “en aqueste dia de senyor Sant Miguel Arcángel”. También, en esta procesión, se dará honra a la Virgen, la intercesora y titular de la iglesia en que se reúne el concejo, al Arcángel, patrón y salvador de la villa, y a todos los santos y santas del cielo, corte que rodea al Rey Supremo. Más vale pecar por exceso.
La decisión del concejo es favorable a la propuesta, es unánime y a todos obliga, como a todos alcanzaba el castigo anteriormente. Nadie puede decir que no; nadie se atrevió en aquel momento, visto lo que estaba en juego: “fueron todos unánimes et conformes fazer et fer fazer et solemnizar el dicho voto”.
Y el voto comenzó en ese mismo momento.
De repente, delante del altar de Santa María, dentro de la iglesia del mismo nombre, hay un nutrido grupo de hombres llorando a lágrima viva, castigándose a golpes y lamentándose a voz en grito. El documento detalla cuarenta y uno, pero a ellos hay que añadirles, como dice el texto: “otros estantes et celebrantes el dicho concello”.
Y como prueba de gratitud por el perdón de Dios y porque vuelva a tener a los taustanos entre sus hijos, el concejo, en su propio nombre, en el nombre de cada uno de sus componentes, estén o no en la iglesia en ese momento, y en el nombre de los que llegarán en el futuro, acuerdan y solemnizan el voto al Arcángel, que pasan a describir.
La enumeración de todas las posibilidades puede parecernos monótona e inútil, pero es la normal en los textos de la época, en los que se intenta no dejar ningún cabo suelto: los presentes y los ausentes, particularmente o como concejo, los que ahora están y los que vendrán.
Con ello, se deja cerrada la posibilidad de que alguien pueda deshacer el acuerdo. Lo fundamental es que no haya la más mínima posibilidad de que ese juramento se llegue a romper nunca, pues de ello depende la supervivencia de todo el pueblo. Y ese compromiso y su fuerza es lo que ha permitido que el voto haya llegado hasta nuestros días. Todo Tauste ha comprendido, aunque hayan pasado los siglos, la importancia del juramento que hicieron sus antepasados y cómo ello liga a todos los nacidos en Tauste a lo largo de los tiempos.
Los jurados y el concejo juran el Voto al Santo durante la representación.
Los escritos de Johan y de Arnalt d’Estaus nos permiten oir al concejo de Tauste, puestos ya todos de acuerdo y comprometidos con la divinidad para el futuro, describir el voto en el que han quedado de acuerdo: “Estatuymos, ordenamos… en nombre de Nuestro Senyor Dios, por nos e por todo el dito concello, universidad et singulares de la dicha villa, presentes, absentes et advenideros, votamos et fazemos voto, promision a todos tienpos perpetuament…”.
Tauste va a pagar su deuda con el Altísimo, igual que se pagan las multas, los delitos o los pecados, y lo va a hacer con un voto de de fidelidad, que se describe a continuación, y de cuyas condiciones refleja el notario. Como fecha, se elige la fiesta del día de la aparición del Arcángel “sia tenida ha honor e reverencia de senyor Sant Miguel Arcángel la esta suya que es vulgarment clamada Aparicio, celebradera el ocheno dia de mayo en cada un anyo”.
La forma en que se materializa el voto es una procesión, un des file de fieles por toda la localidad, como viene siendo común en la práctica cristiana desde los primeros recorridos por los Santos Lugares, esta vez, alabando a Dios y a San Miguel, que es quien les ha desembarazado de la langosta, “la qual murio en tal dia”, junto con una misa.
Seguidamente, entramos en las condiciones de cumplimiento del voto. En primer lugar, la inactividad; esa fiesta no se trabaja. El día no puede dedicarse sino a honrar a Dios, a Santa María y a San Miguel, y ni siquiera se puede esgrimir la “excusa” de atender a las bestias – ni siquiera en una villa ganadera como Tauste-, o de trabajar con ellas. Al igual que sus amos, los animales deberán observar el día de fiesta con el reposo.
Esta condición es constante desde los lejanos tiempos de Moisés y Arón: la inactividad que marca un día consagrado: “Et que ningun vezino ni habitador de la dicha villa no sia osado el dito dia fazer cosa ninguna, el, ni persona de su casa, ni sus bestiares, ni cosa otra en manera alguna”.
Y ello no solo obliga a los individuos comprometidos, sino a sus familias, a cualquier gente de su casa y a sus bestias. No cabe, siquiera, alegar la necesidad de sacar a pacer a los ganados. Ese día se quedarán sin comer, guardando un ayuno obligado, del que no les excusa su condición de irracionales; estarán sujetos a la promesa de sus amos.
Este ayuno de las bestias no es sino una consecuencia de la inactividad de sus amos, que no pueden faltar a sus obligaciones ni para darles de comer, al menos, mientras duren la procesión y el oficio. El texto no menciona el requisito del ayuno entre los humanos, quizás porque el propio sacri ficio de la misa ya lo impone con sus tiempos de privación de alimento si se desea participar en la comunión.
Por ello resulta curioso que, con el correr de los tiempos, alguien redactase una nueva versión del voto de San Miguel de Tauste y, quizás, por no comprender el original, quizás por no disponer de él y conocerlo por otras versiones, o quizás por la costumbre que regía en su tiempo, obligó explícitamente a los taustanos a ayunar, lo cual no es exacto con el texto del voto, pero sí coherente, pues el ayuno constituye una forma de purificación que prepara para algunas celebraciones.
El documento, de nuevo y como todos los textos normativos medievales transcribe la obsesión por no dejar cabos sueltos ni resquicios para el incumplimiento del voto. Llega a contemplar, incluso, la posibilidad de que alguno de los taustanos pueda estar fuera en el momento de celebrarse el voto, y librarse así de su compromiso con la comunidad. En ese caso, el ausente deberá volver para cumplir con sus vecinos, “si no es que ayan justa scusa”. También, en el caso de las bestias, se prevé el que puedan estar fuera de la villa, lo cual podría ser un pretexto para que algún taustano quebrantase la inactividad del día. Deberán, pues, traerse, a no ser que medie una justa excusa, para no dar lugar a defecciones.
Al igual que sucediera en el año 1421, seiscientos años después, la imagen de San Miguel sigue recorriendo las calles de la Villa.
El día ocho de Mayo, todo Tauste, beneficiado por la acción de San Miguel, estará reunido, como un solo hombre, dispuesto a cumplir la deuda. No debe tener otro propósito que alabar a Dios y al Arcángel, durante la misa y la procesión. El regreso de la procesión a Santa María marcará el momento en el que las bestias podrán satisfacer su hambre, una vez cumplida la promesa con el Altísimo. Y por si acaso alguien fuese flaco de memoria o le tentase menospreciar la promesa hecha, hay una multa de diez sueldos esperándole, multa que los jurados cobrarán sin dilación y sin remedio.
Una vez que todos se han puesto de acuerdo, una vez que el voto ha sido redactado y se han tenido en cuenta en él todas las circunstancias posibles, todos van a proceder a su juramento “nos, dito concello, vicarios, clerigos, ofi ciales e singulares del dicho concello de la dita villa de Tahust”. Tanto el brazo eclesiástico como el civil, tanto los que ostentan cargos, como los que no, van a jurar, pero no sólo por ellos, sino en nombre de quienes les sucedan o les hereden, y en nombre de los que no estén en ese momento en la iglesia.
Como representantes de la comunidad “juramos a Dios sobre la cruz et los sanctos quatro evangelios de nuestro Senyor Jhesu Christo, ante nos et cada uno de nos puestos, et con nuestras proprias manos, por nos et cada uno de nos manual et reverencialment toquados et besados, en poder del notario infrascripto”.
Contemplamos a Arnalt, el notario que ha estado tomando las notas de la sesión desarrollada en Santa María, dejando de hacerlo, momentáneamente, para sostener el ó los objetos sagrados y, ante él, la hilera de representantes de Tauste, poniendo su mano sobre ellos y besándolos “manual et reverencialment toquados et besados”. El contacto y el beso han sido fundamentales desde la época de la feudalidad antigua, en la que la fidelidad hacia un señor quedaba manifiesta por la inmixtio manum, es decir, por el contacto entre las manos de señor y vasallo, y por el osculum, el beso que sellaba un pacto cuya ruptura era impensable.
Tan impensable como que los taustanos falten a lo prometido, pues si incumplen el voto perpetuo, tal y como se ha diseñado, aceptan ser tenidos por perjuros e infames públicos, y ser sometidos a las penas correspondientes a esa condición “dius pena de perjurios et infames publicos”.
Toda la comunidad, todos los que conozcan este voto, desde el momento de su juramento, son testigos y vigías de su cumplimiento, y todos pueden denunciar públicamente a los que falten a él .
Y el documento finaliza con la fecha y los testigos, que darán validez a lo escrito. El lugar de redacción: “Feyto fue aquesto en la villa de Tahust”, y la fecha de la reunión y el voto: “ocho días del mes de mayo”, del año que comprende los doce meses que van de 25 de Diciembre a 25 de Diciembre “anno a Nativitate Domini Mº CCCCºXXIº”, es decir, de 1421. Los testigos escogidos para ello son dos habitantes de Tauste: Pedro Las Cabriellas y Martín del Frago.
El último párrafo es aquél en el que el notario que ha hecho la copia de los papeles heredados, proporciona todas las referencias necesarias para que el texto sea tenido por válido y auténtico. El notario lo firma con su signo, un dibujo peculiar, generalmente basado en una cruz, que no se repite nunca y que permite identificar a su propietario, en lugar de su simple firma y rúbrica.
Torreblanca Gaspar, Mª Jesús. Cómo entender a los aragoneses de la Edad Media: Tauste y el voto de San Miguel. Actas de las X Jornadas sobre la Historia de Tauste.
Más información:
Quinto Centenario del Voto de San Miguel