Visita a Añesa
Recientemente realizamos una visita a este enclave tan singular situado en el término municipal de Ejea de los Caballeros. El motivo principal fue conocer la ermita románica allí existente, construida en piedra sillar arenisca.
Se trata de una finca particular a la cual pudimos acceder gracias a la gentileza de la propiedad, cuyo permiso obtuvimos a través de nuestro buen amigo Pedro Benedicto, hombre de confianza de esa familia.
Allí nos dimos cita con representantes de la Asociación Cultural “Banzo Azcón”, de Luna, y contamos con la inestimable presencia de Antonio García Omedes, máximo conocedor del arte románico aragonés, con una web digna de todo elogio; José Miguel Pinilla Gonzalvo, arquitecto y habitual colaborador de nuestra asociación, y Fernando Pérez Legarre, de la empresa Restauroegea, especialista en restauración de patrimonio arquitectónico y que en la actualidad nos está realizando unos sofisticados análisis a coste cero dirigidos a la eliminación de sales y humedades en nuestra iglesia de San Antón (también románica, pero construida en tapial de yeso), con motivo de su próxima restauración.
Para los taustanos resulta un enclave especial, pues, según explicaba Jaime Carbonel en un artículo publicado en nuestro boletín nº 32, existe un documento en el Archivo Histórico Nacional, estudiado y dado a conocer por la doctora en Historia Dª Elena Piedrafita, en el que se resolvía un amojonamiento entre las poblaciones de Ejea y Añesa llevado a cabo en 1117 y se citan a una serie de personajes entre los que figura un tal “Zavazala de Tagust” como testigo importante de aquel acuerdo.
Fueron nuestros incondicionales colaboradores, los historiadores Juan José Morales y Mª Jesús Torreblanca, quienes nos aportaron luces acerca de su contenido mediante la interpretación de ese texto tan antiguo. Puesto el asunto en conocimiento del también historiador y arabista Virgilio Martínez Enamorado, nos aclaró que “Zavazala de Tagust”, lejos de ser un nombre tosco de algún moro taustano, resultaba ser una latinización de “sâhib as-salât”, que significa “señor de la oración”.
Nos explicaba el doctor Martínez Enamorado que se trataba de un cargo de alto rango, propio de una población importante, en este caso “Tagust”, aportando él mismo el criterio de que la denominación exacta más probable fuese “Tawust”, en coherencia con los criterios de la lengua árabe.
De cualquier manera, nos encontramos en una fecha en la que Ejea ya pertenece al reino de Aragón desde 1105 pero Tauste no lo será definitivamente hasta 1121 (según el profesor Laliena). Lo relevante es que, a través de este documento, nuestro “sâhib as-salât”, musulmán, resulta ser el primer taustano que aparece mencionado en toda la historia de Tauste. Por su cargo importante, es requerido por el rey Alfonso I el Batallador y el noble D. Lope Garcés Peregrino para oficiar como testigo en este acto de amojonamiento.
Tras el desastroso testamento de Alfonso I, por el cual reparte sus dominios entre las órdenes militares para que recen por él después de muerto (“temiendo el juicio divino, para la salvación de mi alma y también la de mi padre y mi madre y la de todos mis familiares”), su sucesor, Ramiro II, y el yerno de este, Ramón Berenguer, salvan el reino pero tienen que compensar a esas órdenes mediante importantes concesiones de terreno, una de ellas el término de Añesa, donde se establece una encomienda de la Orden del Temple.
Es aquí donde Pedro Benedicto retoma el relato y nos va contando los avatares que acontecen en este lugar hasta que esta familia, que hace un siglo ya ostentaba esta propiedad, decide salvar de la ruina el monumento arquitectónico que, por aquel entonces, debía de presentar un aspecto deplorable.
Disfrutamos de una mañana muy agradable estrechando la relación entre ambas asociaciones (Tauste y Luna) y escuchando las observaciones que, sobre la marcha, iban improvisando y desgranando Antonio García Omedes y José Miguel Pinilla Gonzalvo, desde sus especialidades respectivas. Fue todo un placer comprobar en directo cómo se complementan y enriquecen las distintas disciplinas cuando hay armonía y entusiasmo.
Desde estas líneas, queremos agradecer a todos su asistencia, en especial a Pedro, que resultó ser un guía excepcional, por su amabilidad y su entrega.
Antonio García Omedes había terminado su artículo en la web sobre esta ermita con la frase “el día que visité el lugar no había nadie en la finca a quien rogar me mostrase el interior del templo. Otra vez será”. Esperemos que, después de esta experiencia, pueda completarlo para que todos disfrutemos de sus conclusiones definitivas que, a buen seguro, resultarán muy interesantes.