NECRÓPOLIS ISLÁMICA DE TAUSTE
Desde que la Asociación Cultural “El Patiaz” comenzara las excavaciones en octubre de 2010, seiscientas ochenta y una tumbas han sido exhumadas en las sucesivas actuaciones.
Con la información oral recogida acerca de donde han ido apareciendo enterramientos en las últimas décadas se ha elaborado un plano en el que resulta una extensión de 2.5 Ha para esta necrópolis. Si aplicamos la densidad de enterramientos encontrados hasta la fecha, se calcula que pudo tener unas 4.500 tumbas aproximadamente.
LA MAQBARA DE TAUSTE
La primera cata arqueológica realizada en octubre de 2010, promovida por la Asociación Cultural “El Patiaz”, confirmó las sospechas desde el primer momento: los restos hallados respondían inequívocamente a enterramientos hechos bajo el rito islámico: cuerpos depositados sobre el costado derecho y con la cara mirando hacia La Meca. Dataciones mediante carbono 14 descubrieron que este cementerio abarcaba los cuatro siglos de dominio islámico en estas tierras, es decir, desde la época más temprana cuando el islam llega al valle medio del Ebro en el año 714, hasta comienzos del siglo XII, cuando pasan a formar parte del reino de Aragón.
La maqbara de Tauste
Uno de los datos más interesantes que nos aporta la necrópolis es la extensión que se demuestra para el pueblo en aquella época, teniendo como premisa que los arrabales del mismo tenían que llegar hasta este lugar. Aplicando las densidades medias calculadas para una ciudad andalusí de aquella época, tanto en la medina (casco fundacional) como en los arrabales, cabe estimarse una población cercana a los 3.000 habitantes.
La certeza de estas conclusiones indujo a buscar a aquellas gentes que supuestamente nunca habían existido, puesto que, una población importante, también hubo de tener un cementerio de notables dimensiones. De los estudios arquitectónicos se pasó a los meramente urbanísticos, buscando la huella del trazado urbano de aquella ciudad en las calles del Tauste actual.
A diferencia de los cristianos, que hasta el siglo XIX enterraron a sus muertos dentro de las iglesias o en las inmediaciones de las mismas, los musulmanes fundaban sus cementerios o maqbaras fuera del casco urbano, aunque pegado a la muralla exterior de mismo y junto al camino principal que llegaba a esa ciudad. Se trataba de una costumbre heredada de la época romana, en la creencia de que sus antepasados allí enterrados iban a proteger a la población contra la entrada del mal (enfermedades, invasiones enemigas, etc.). Según esto, el lugar más posible para estar ubicada esa maqbara era en la parte sur de la ciudad, por donde venía el camino de Zaragoza. Coincidía esta sospecha con el hecho de que, desde décadas atrás, venían apareciendo restos humanos en esta zona cada vez que se realizaban excavaciones para cimentación de edificaciones o redes de saneamiento. La explicación generalmente admitida para estos hallazgos tenía su origen en una epidemia de cólera que asoló Tauste en 1885, de la que se decía que la mortandad era tan elevada que no daba tiempo a enterrar a los muertos convenientemente y que hubo que improvisar fosas comunes. ¿Y si resultaba que estos muertos no eran los supuestos del siglo XIX sino la población musulmana que se andaba buscando?
La primera cata arqueológica realizada en octubre de 2010, promovida por la Asociación Cultural “El Patiaz”, confirmó las sospechas desde el primer momento: los restos hallados respondían inequívocamente a enterramientos hechos bajo el rito islámico: cuerpos depositados sobre el costado derecho y con la cara mirando hacia La Meca. Dataciones mediante carbono 14 descubrieron que este cementerio abarcaba los cuatro siglos de dominio islámico en estas tierras, es decir, desde la época más temprana (el islam llega al valle medio del Ebro en el año 714) hasta comienzos del siglo XII, cuando pasan a formar parte del reino de Aragón. El dato más curioso fue el hallazgo de la tumba islámica más antigua de la península ibérica, junto con otras encontradas en la plaza del Castillo de Pamplona, de todas las datadas hasta entonces por métodos radiocarbónicos, algo sorprendente por tratarse del norte de la península, así como el legado arquitectónico que se descubre aquí de aquella época en un país como España donde solo se tiene conciencia del mismo en Córdoba, Sevilla, Granada y poco más.
Con las informaciones orales recogidas de los vecinos acerca de dónde habían ido apareciendo enterramientos en las últimas décadas, se elaboró un plano en el que resultaba una extensión de esta maqbara de al menos 2 Ha, a la que, aplicando la densidad de enterramientos encontrados, resultaban unas 4.500 tumbas de personas adultas, más las infantiles intercaladas entre las mismas. Hallazgos e informaciones recogidas con posterioridad conducen a pensar que bien pudo alcanzar las 3 Ha de superficie.
El hallazgo arqueológico resultó ser uno de los más importantes de Aragón en los últimos tiempos, pues da un vuelco total a la consideración histórica, no solo de Tauste, sino de buena parte de lo que fue la Marca Superior de Alandalús (Ath-Thagr al-‘Alà), es decir, el valle medio de Ebro, tanto por la alta demografía que se demuestra para aquel entonces como por su legado, muchas veces camuflado dentro de la denominación errónea de “mudéjar”.
Para proteger este yacimiento, El Gobierno de Aragón catalogó un área de unas 4 Ha. Catas posteriores, también promovidas por El Patiaz, fueron ratificando todo lo descubierto hasta llegar a esta excavación realizada con motivo de las obras de urbanización de la avenida Obispo Conget.