Cien años decisivos: historia del siglo XX en España
Dos horas duró la conferencia de Julián Casanova y otras dos más habríamos permanecido clavados en el asiento. El verbo sabio, preciso y deslumbrante del Profesor de Historia Moderna y Contemporánea de la Universidad de Zaragoza atrapó a un numeroso público que llenó el salón de la Casa de Cultura. Nadie se quería mover y, al final, cuando hubo que acabar, lo hicimos con el regusto de haber asistido a una memorable lección de Historia que nos proporcionó una visión global de los 100 años que constituyeron el siglo XX en España. No nos habló de la Batalla del Ebro, como alguien indicó, ni de hechos concretos, sino de cómo entenderlos de una forma global.
Invitado por la Asociación “El Patiaz” y tras una certera y emotiva presentación de Esther Arrieta Molinos, antigua alumna suya en la Universidad, el profesor Casanova nos sumergió en el ambiente que se vivía en España tras la pérdida de las últimas colonias de su imperio en 1898 y nos fue conduciendo a través de las distintas etapas de tan agitado siglo en España y Europa. Esa fue una de las constantes de su lección: la continua referencia a ambas, con sus similitudes y diferencias. Pocas cosas, comentó, diferenciaron en esencia a nuestro país del resto del continente. Hechos distintos pero problemas parecidos.
Comenzó España el siglo con una monarquía donde poca cabida política tenían las capas sociales más humildes dependientes de una oligarquía caciquil (en palabras de Costa) y sometidas, según sus palabras, a una burocracia militar y eclesiástica que impedían el despegue de los nuevos movimientos sociales. Una situación que no le era ajena al resto de países europeos que, al igual que España y con alguna excepción, estaban regentados por monarquías semejantes.
Con el debacle de la Primera Guerra Mundial todo cambió en Europa. Gran parte de las monarquías se fue al pairo y los ciudadanos comenzaron a sentirse ciudadanos dueños de sus destinos y del de sus países. Y fue en ese momento cuando llegó el primer gran desgarro español. Alfonso XIII no quiso o no supo ver las demandas de una nueva sociedad y tras la dictadura del general Primo de Rivera no tuvo más remedio que recoger sus trastos e irse.
La República llegaba a España diez años más tarde que al resto de países europeos pero sin la catarsis de la Primera Guerra Mundial y dejando intactas a las burocracias militar y eclesiástica. El sueño de los españoles de llegar a ser dueños de sus destinos y del de su país, de poner al día sus instituciones, venía en un momento en que gran parte de Europa veía surgir y triunfar dos dictaduras de signo contradictorio: la fascista-nazi y la comunista. Las fuerzas militares y eclesiásticas, que se negaban a ver desaparecer su poder y privilegios, acabaron por arruinarlo.
Hubo una guerra civil en España y, a continuación, otra europea que acabó convirtiéndose en mundial. Y es aquí, en sus palabras, donde vino la gran diferencia. Mientras en Europa se tendía la mano a los vencidos y se les dotaba de los elementos necesarios para su desarrollo (recuerden el Plan Marshall), en España no hubo esa actitud, y se cercenó la posibilidad de un desarrollo social, político y económico. Tres décadas perdidas, más de treinta años de retraso que España empezó a recuperar a partir de 1978. El resto del siglo fueron los 22 años más productivos, donde se ha producido una de las evoluciones sociales, políticas y económicas más importantes de la Historia de España, bien es cierto que con algunos vicios (cierto nivel de corrupción política y de clientelismo, atribuibles en gran parte a la falta de cultura democrática) y problemas (la continua amenaza de ETA) heredados del régimen anterior. Finalmente, España se encuentra con Europa a mediados de los años ochenta y se ve cumplido el viejo sueño de aquellos regeneracionistas de casi un siglo antes que aspiraban a una sociedad más europea.
El futuro no es el objeto de los historiadores, comentó. Pero, como conocedor de la Historia más reciente, se atrevió a dar algunas claves que en este momento de crisis son de gran interés: crear una cultura democrática y mantener la cohesión y las conquistas sociales que la hacen posible: educación y sanidad para todos, infraestructuras comunes,… Sin ellas, dijo, el futuro lo veía incierto.
El coloquio que remató la noche fue una prueba del interés que despertó con preguntas y apuntes de gran interés que no hicieron más que profundizar en sus tesis. Fue, en definitiva, una lección para no olvidar, de boca de una de las personas que mejor conocen nuestro pasado reciente; una charla a pecho descubierto, sin más recursos que la fuerza de su palabra y de su saber que nos entusiasmaron a todos dejándonos clavados en las butacas hasta el final.
La Asociación “El Patiaz” se siente orgullosa de su éxito y quiere agradecer al profesor Don Julián Casanova el haber abierto un hueco en su agenda para ilustrarnos con su conocimiento y a todos los asistentes por la respuesta dada, lo que permitirá programar otros actos que nos ayuden a entender mejor nuestra sociedad.